No olvides orar por tus enemigos. Entérate del porqué debes hacerlo.

El Señor Jesucristo nos dice que:

«El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él».

«…el que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.» (1)

Y uno de sus mandamientos es el de orar por quienes nos odian, incluso por nuestros más feroces enemigos:

Él dice:

«Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis?

¿No hacen también lo mismo los publicanos?

Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más?

¿No hacen también así los gentiles?

Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.»(2)

Y aunque es duro para muchos creyentes amar, bendecir, y hacer el bien a quienes nos maldicen. Una vez que comprendemos el porqué debemos hacerlo, y el para qué debemos hacerlo,  es entonces cuando comenzamos a practicar este poderoso mandamiento.

Si somos creyentes primeramente debemos entender el porqué aparecen los enemigos. Y la respuesta es sencilla:

Porque ellos no conocen a Cristo.

Son almas vacías, que están enceguecidas, desviadas,  y en consecuencia, perdidas y condenadas al infierno. Pues, si tuviesen a Cristo como tú, ni te odiarían,  ni serían tus enemigos. Serían tus hermanos.

¿Entendiste lo que te acabo de decir?

Tus enemigos son tu enemigos porque no son salvos, no conocen a Cristo.

¿Cómo podemos entonces cumplir con este gran mandamiento de «amar» a nuestros enemigos?

Orando por quienes nos ultrajan y nos persiguen

¿Orar por ellos, a pesar de lo que son, para que les vaya mejor y sigan haciendo daño a otras personas?

Absolutamente NO. Orando para que conozcan a Cristo.

 

Hay algunas cosas que debes saber. Y tienen que ver con la oración.

Cuando oramos, nuestra oración debe glorificar al Señor.
Nuestra oración debe ser conforme a su voluntad.
La voluntad del Señor es que nadie se pierda.

Esta escrito:

«Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.» (3)

(El Señor)  «es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento».(4)

«si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.» (5)

Cada vez que oras por tu enemigo o por esa persona que te hace la vida imposible, debes estar consciente que se trata de un alma perdida que va rumbo al infierno. Debes estar consciente de que necesita al Señor Jesucristo.

Cada vez que ores debes pedirle  al Señor, que de acuerdo a su voluntad, él no quiere que nadie se pierda, y tú tampoco.
Que ponga mensajeros en el camino de tu enemigo para que le presenten el evangelio. Que prepare el endurecido corazón de esa persona para que lo reciba. Rogando al Señor Jesucristo que se glorifique en esa persona en particular. Que haga SU obra, porque esa persona que te odia, necesita a Cristo, y necesita ser salva.

No sacas nada con  «ir a predicarle» a quien te odia, porque provocarás que te odie aún más (Proverbios 9:8). Ora, y permítele a Dios actuar.

Podríamos contarte muchos casos donde «la oración del justificado puede mucho» (6)

Sabemos de grandes hombres de Dios que en el pasado aborrecían a los creyentes. Sin embargo, te hablaremos tan solo de uno de ellos. Se trata de un querido hermano que noviembre de 2023 partió a la presencia del Señor. Y nos referimos al pastor Héctor Urzúa.

En varias oportunidades nos contó que cuando trabajaba  en una radio (secular), hacía lo imposible, y ponía todo tipo de trabas e impedimentos  para que un grupo de cristianos hiciera un programa en esa emisora donde él trabajaba. Literalmente sentía desprecio «por esas personas».

Sin embargo, los creyentes no fueron a sermonearle, no le buscaron pelea, ni lo maldijeron, ni lo odiaron. Ni tampoco le enrostraron el típico «te vas a ir al infierno»,  como suelen hacer los torpes.

Solo oraban por él, sin que él lo supiera, para que su corazón se ablandara y conociera al Señor. Y…, resumiendo la historia, cayó a los pies de Cristo. Y terminó siendo pastor por muchos años fundando algunas congregaciones, y sus edificantes estudios los difundimos en Nuestra Radio, hasta el día de hoy.

Así es querido hermano que nos lees. Debemos orar por nuestros enemigos porque el Señor no quiere que nadie se pierda.

Y cuando hablamos de enemigos, no hablamos sólo del compañero de trabajo, de la señora de la esquina, o del abusador que te maltrata o te roba. Hablamos también de personajes en la política  de nuestros países que odian a los cristianos, y que no ocultan su desprecio.

¿Nunca se te ha ocurrido orar por alguno de ellos en particular?
¿Nunca has pensado que  también necesitan a Cristo?
¿Nunca te has puesto a pensar que quizá el más corrupto político, gracias a tus oraciones sea salvo, y ocupe toda esa energía que ocupa para hacer mal, en hacer el bien, si se arrepiente y cree en el evangelio?

¿Sabías tú que grandes perseguidores, burladores, e incluso asesinos de cristianos terminaron siendo instrumentos del Señor?

Pues sí. Ahí tenemos al mismísimo  apóstol Pablo. Quien era un tirano religioso, un perseguidor, un asesino de cristianos.

Pablo nos lo cuenta:

«habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad.

Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.

Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.» (7)

Pablo asume que por ignorancia e incredulidad hizo mucho daño. Y aclara que hay algo que TODOS debemos tener siempre en mente: Que el Señor Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores. Y que como Pablo, TODOS somos pecadores.

Nadie es mejor,  ni peor que tú. Todos necesitamos a Cristo. Y tus enemigos lo necesitan también. Porque si fueran personas salvas… no te odiarían,  serían tus hermanos.(8)

Por favor acepta esta sugerencia:  ponte a orar por ellos.

Todos tenemos un ministerio que cumplir, y probablemente el tuyo sea el de la oración, ya sea en las reuniones de oración de tu congregación local, o  en la soledad de tu habitación (9).

El Señor no tarda en venir a buscarnos. Aprovechemos este breve lapso de tiempo que nos queda en esta tierra. Ganemos almas, hagamos tesoros en el cielo (10)

Maranatha!
El Señor Viene!

1 ) Juan 14:21-24
2 ) Mateo 5:44-48
3 ) Juan 14:13
4 ) 2 Pedro 3:9
5 ) 1 Juan 5:14
6 ) Santiago 5:16
7 ) 1 Timoteo 1:13-15
8 ) Juan 13:35
9 ) Mateo 6:6
10)Proverbios 11:30, Mateo 6:19-21